Ahora que lo dices... no anochece.
La inspiración es el eufemismo de las artes. Deberías atreverte a eyacular sin darle cuentas a nadie. Porque eso es lo que es la inspiración: la masturbación del subconsciente, excitado por los amores fallidos, las primaveras tardías y los maridos borrachos. Si en alguna situación el fin justifica los medios, es en ésta. Pero cuanto más escatológico es el planteamiento más te acercas a la hoguera. Clichés, vergüenza semántica e ignorancia social. ¿Lo notas? Te estás quemando, la gente se da la vuelta y te mira. Querido amigo, tú eres el único que entiendes al mundo. Y tu premio es la desolación y un bonito jarrón a rebosar de tus cenizas. Desde que el hombre es hombre, el individuo no le ha importado a nadie. La gente se sitúa por encima de las personas; si sobresales tanto por arriba como por abajo, date por jodido.
Por eso mismo yo seguiré hablando de amor cuando pienso en instinto sexual, hablaré de amistad cuando pienso en egoísmo, hablaré de familia cuando pienso en subsistencia, hablaré de compañerismo cuando pienso en competencia, hablaré de idolatría cuando pienso en envidia, hablaré de orgullo cuando pienso en celos, hablaré de participar cuando piense en ganar, hablaré de consuelo cuando piense en remordimiento, hablaré de personas cuando piense en gente, hablaré de simpatía cuando piense en fealdad, hablaré de felicidad cuando piense en ser envidiado, hablaré de vocación cuando piense en esnobismo, hablaré de posibilidades cuando piense en dinero, hablaré de periodismo cuando piense en lamer culos, hablaré de enhorabuenas cuando piense en tematarías, hablaré de política cuando piense en corrupción, hablaré de artistas cuando piense en felaciones, hablaré de ti cuando piense en necesidad.
Y hablaré de arte cuando piense en eyaculación.
Así que no os preocupéis por mí. De momento, yo tampoco soy valiente.
Sigue sin anochecer. Nunca estará lo bastante oscuro como para robar las palabras.
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